Tatu Baby: la diosa de Ink Master en Buenos Aires. La tatuadora entrevistada.

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Los más jóvenes no lo creerán, pero hace unos años (no pocos, pero tampoco muchísimos) andar por la vida con tatuajes lo convertía a uno en poco menos que un delincuente. Luego -como sucede con casi todas las muestras de rebeldía- el mainstream lo fue aceptando y hasta se podría decir que con el tiempo se volvió la norma: basta con ver cualquier partido de fútbol para comprobar que veinteañeros y treintañeros abrazaron el arte corporal sin miramientos.

La gente de Mandinga (estudio tradicional de Lugano, en pleno crecimiento desde 1993) supo ver esta evolución y creó el Mandinga Tattoo Show, que este año celebra su edición número 12. Por segundo año consecutivo la convención tendrá lugar en el predio de La Rural, entre el 4 y el 6 de marzo. La entrada cuesta 130 pesos y además de apreciar a los mejores artistas en plena tarea (o llevarte vos mismo algún recuerdo bajo la piel, si querés y te animás), podés ver bandas en vivo, la elección de Miss Tattoo Argentina y muchas cosas más.

Dentro de las atracciones principales de la edición 2016 está la visita de dos de las artistas más talentosas que hayamos visto en reality shows de tatuajes. Por un lado Reese Hilburn, a quien conocimos arreglando escrachos ajenos en Tattoo Nightmares Miami. Por otro Tatu Baby, neoyorquina de ascendencia colombiana que se sometió al juicio de Dave Navarro, Oliver Peck y Chris Nuñez en Ink Master…¡dos veces! Con esta última charlamos vía Skype antes de su paso por Buenos Aires.

A Buenos Aires vienen vos y Reese. En un momento el mundo del tatuaje estaba vedado para las chicas, o al menos había mucho prejuicio. ¿Cuándo y cómo cambió eso?

Creo que el momento del cambio fue cuando salieron en televisión los programas de tatuajes y cuando apareció Kat Von D. Eso le abrió a la gente las expectativas de lo que es una artista femenina, y nos abrió las puertas a nosotras para mostrar que las mujeres también tenemos mucho talento.

Pasaste dos veces por Ink Master. ¿Qué se siente tatuar con semejante nivel de presión?

Para mí fue un honor trabajar con artistas tan talentosos y un reto que me empujó a mí misma a ser una mejor artista de lo que era.

¿Es un buen ejercicio tener que rendir en todos los estilos durante una competencia como esa?

Claro, es muy difícil porque uno aprende algo y se especializa en un tipo de tatuaje. Entonces, tener que aplicar esas técnicas que uno sabe a diferentes estilos es muy complicado.

¿Y cuál te cuesta más y cuál menos?

El tradicional es el que más me retó, porque es el más opuesto al que yo hago que es el realismo. Se usan muchas líneas, los colores muy planos, los diseños muy simples. En cambio el fotorrealismo requiere mucho detalle.

La base de cualquier aprendizaje es la prueba y el error. En el tatuaje no hay posibilidad de error, porque un error queda marcado para toda la vida. ¿Cómo se supera eso?

Se supera con mucha práctica. Y no hay que hacer más de lo que sabés que podés hacer. Si sabés que no estás listo para hacer un rostro no lo hagas: da pequeños pasos. Primero algo pequeño, luego algo más grande y no tratar de sobrepasarse.

¿Cómo fue el primer tatuaje que hiciste?

Cuando me hice mi primer tatuaje me dio curiosidad hacer uno. Gracias a Dios tuve el apoyo de mi papá, le hice uno en la pierna. Y por suerte salió muy bien, hasta hoy en día no necesita retoque.

¿Hiciste tatuajes que te gustaría no ver nunca más?

El primero me salió muy bonito pero el primero que hice cuando fui a trabajar a una tienda… Yo estaba tan nerviosa y lo que me dieron fue tan difícil que no me fue tan bien. Si encontrara hoy al cliente se lo arreglaría.

Alguna vez contaste que le tatuaste un Pinocho en el bajo vientre a un hombre, usando su miembro a modo de nariz. ¿Pasaste por más situaciones extrañas como esa? ¿Tuviste clientes difíciles?

El Pinocho definitivamente fue uno de los tatuajes más interesantes que he hecho, je. Pero lo tomé como la profesional que soy e hice el trabajo que tenía que hacer. Como artistas nosotros trabajamos mucho con emociones, y un tatuaje es como ser socios con tu cliente. Entonces, si tu cliente está difícil mejor no trabajar con él. Si me tocó alguien así no le hice el tatuaje.

Existen modas con respecto a los tatuajes que a la distancia se ven un poco ridículas: los tribales de alambre de púa en los bíceps, los delfines en el abdomen para las mujeres, las letras góticas mayúsculas en los antebrazos… ¿Cuál es el cliché del momento, lo que habría que evitar para no arrepentirse en unos años?

Los tatuajes han evolucionado mucho como arte. Antes se hacían cosas más simples que tal vez son cosas que después pasan. Lo que es arte no es moda y toda la vida va a ir bien. Así que no creo que haya modas ahora.

Te tocó tatuar a Lil Wayne. ¿Con qué otra celebridad te gustaría trabajar?

¡Con Rihanna! Me encantaría hacerle un tatuaje a ella. Todavía no se dio, lamentablemente.

Un artista me dijo una vez que tatuarse era como dar a luz, porque duele pero uno siempre quiere más. Vos que sos madre y tatuadora, ¿pensás que son comparables ambas experiencias?

¡Definitivamente no! Yo tuve mi hijo sin medicina ni anestesia. Y tener un hijo es totalmente peor. Un tatuaje no duele tanto.

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